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Fuego y Sabiduría

Pietà || Intervención Urbana. || Registro Fotográfico.

  • Foto del escritor: Agni Gómez Soto
    Agni Gómez Soto
  • 26 sept 2016
  • 4 Min. de lectura

El sentimiento que más difícilmente soporta el hombre es la piedad, sobre todo cuando la merece. El odio es un tónico, hace vivir, inspira la venganza; pero la piedad mata, acentúa más nuestra debilidad.”

Honoré de Balzac

La dulce piedad es el símbolo de la verdadera grandeza.”

William Shakespeare

Pietà fue una intervención urbana realizada en conjunto con la artista Lina Rengifo.

Petà nació como una reflexión en clase sobre el símbolo de la icónica imagen religiosa La Piedad. Un ícono que se repitió (y se sigue repitiendo) con frecuencia dentro del arte religioso cristiano.

Aunque no soy una persona religiosa fui criadx en un país católico, en un sistema educativo católico e incluso, mi educación superior fue, en su mayoría, en una universidad católica.

La Piedad es una imagen que nos habla de la martirización, en mi opinión, como ninguna otra imagen logra hacerlo, denotando dos tipos de sacrificio que se hacen y que nos son exigidos día a día.

Uno de esos sacrificios es el de Cristo, el obvio. El mártir que entrega su cuerpo para solventar un pecado, en un acto de sumisión total en el que se sabe que quien recibe este sacrificio no es digno de él, no lo apreciará y no será capaz de devolverlo o de honrarlo. Es el tipo de martirio que, como sociedad y como católicos, se glorifica y se desprecia al mismo tiempo; es el tipo de sacrificio al que se responde con ‘quién sabe qué habrá hecho para merecerlo’ o ‘es que es mi marido y por eso puede hacer lo que quiera’ o ‘mientras usted viva debajo de este techo y estas cuatro paredes se hace lo que yo diga’.

Es el tipo de sacrificio que, al ser realizado, siempre termina siendo iluminado por un faro de vergüenza y victimización, donde el monstruo no es quien lo acepta sino quien lo da. La imagen de Cristo, golpeado, azotado, lacerado, entregado, rendido, me parece una de las formas de sumisión más hermosas jamás representada. Además me parece una imagen increíblemente femenina. La forma en que su cuerpo está totalmente abierto al mundo, para continuar recibiendo todo lo que el mundo le lance, es similar a la forma en que socialmente esperamos que las mujeres reciban y se adapten a toda demanda social (y cuando digo social, quiero decir, mayoritariamente, masculina y patriarcal).

El otro tipo de sacrificio, es el sacrificio emocional. El sacrificio que hace María, la madre, al entregar (-se, junto) a su hijo. Es el tipo de sacrificio que se hace a escondidas, del que no se habla nunca; el que no es un problema, el que no se menciona, del que nadie se da cuenta que ha sido entregado hasta que ya no hay nada que hacer y el otro, el que ha hecho el sacrificio, queda rendido. Éste también es el sacrificio que se exige, silenciosa pero certeramente, de toda mujer. Al contrario de la sumisión de Jesús, el sacrificio de María lo encuentro lleno de fuego, lleno de ira.

En nuestra re interpretación de Pietà intenté recrear eso. Un Jesús que es mártir y sumiso, cuya historia y destino están marcados en su piel, más no es una martirización venida por una demanda divina, sino una alcanzada por mano o decisión propia; donde no es el hombre a merced de Dios, sino un hombre a merced de sí mismo y como tal, se apropia de su cuerpo y lo entrega de una forma que es igualmente sumisa y rebelde.

Con María, quise mostrar la otra cara del sacrificio, la cara que quiere pero no puede o no sabe cómo negarse a entregarlo. La cara de quien se da cuenta de que nunca ha accedido a realizar tal sacrificio pero de quién, de todas formas, el sacrificio ha sido exigido y ha sido tomado.

Pietà, para mi, es un ícono indiscutiblemente femenino y que representa, de una forma increíblemente acertada, el juego de los roles de géneros que aún hoy utilizamos y reforzamos en nuestra sociedad. A los hombres, los jesuses, se les exigen entregar su cuerpo de una forma directa (rendir todo lo exterior), trabajar, mantener la casa, ser fuertes, divertirse, tener una libido alta, disfrutar del alcohol, comer mucho, saber manejar, ser promiscuos, ser irrespetuosos, y un grandísimo etc.

A las mujeres, las marías, se les exige entregar todo lo interior, rendir su personalidad, su pasión, sus sentimientos. No ser muy inteligentes, no ser molestas, no pedir cosas, conformarse con lo que alguien mas les dé, no buscar ser mejor, no exigir nada mejor. Amar, perdonar, aceptar, entregarse una y otra y otra vez. También se les exige que entreguen sus cuerpos de forma indirecta, atender la casa, saber cocinar, tener hijos, dejarlo todo para cumplir con estos roles pre escritos.

El día que hicimos la intervención, una mujer se nos acercó y nos habló de los ángeles y de la furia de la naturaleza que se desata sobre los humanos que le abusan. También recuerdo haber visto a un hombre de traje y con tacones pasando frente a la iglesia de San Francisco, en cuya plaza nos habíamos ubicado, y a varias personas observándonos de forma curiosa, como preguntándose qué clase de sacrificio estaríamos haciendo nosotros.

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